Se cuenta la historia de dos hombres cuyo jefe de la aldea estaba renunciando a su función. Esos hombres eran los candidatos más cotizados para sustituirlo, pero el jefe tenía dificultad para decidir cuál de ellos sería el próximo líder. Decidió hacer una carrera alrededor del gran lago que quedaba cerca de su aldea. Sería una travesía de tres días y quien encendiera el fuego en la hoguera de la aldea al final de la carrera, sería declarado el próximo jefe. El jefe los despachó con nada más que una bolsa con carbón en brasas que necesitarían para encender el fuego en la línea de llegada.

Inmediatamente iniciaron la carrera manteniendo un buen ritmo. Naturalmente, uno de ellos era más veloz que el otro y comenzó a distanciarse mientras corrían a la orilla del lago. Al segundo día, el hombre más veloz miró el agua y notó una canoa dada vuelta con alguien atrapado haciendo señales y pidiendo ayuda. Pensó en ayudar a la persona, pero determinado en llegar en primer lugar, continuó corriendo a más velocidad. Poco tiempo después el segundo hombre vio la misma escena. Él realmente quería llegar en primer lugar, pero eligió ayudar a la persona necesitada. Entonces, dejó la bolsa con el carbón en brasas y entró al agua para rescatar la canoa y su ocupante; lo llevó a la orilla, usó el carbón para encender una fogata y calentar al necesitado y después prosiguió la carrera.

Mientras tanto, en el tercer día, el hombre más veloz, que había ignorado la canoa dada vuelta y su ocupante, fue el primero en llegar a la aldea. Con orgullo, se acercó al lugar donde debería encender la fogata y buscó el carbón en brasas en su bolsa, pero el carbón estaba totalmente frío y así no puedo encender la fogata. ¡Qué pena! El segundo hombre llegó esperando sentir el olor a humo y ver las brasas a la distancia. Pero, cuando llegó al lugar, vio que en su bolsa el carbón todavía estaba caliente porque lo había usado para ayudar a alguien. Ese segundo hombre encendió el fuego de la aldea y se transformó en el próximo jefe.

Esta historia ilustra la importancia de que la iglesia lidere la responsabilidad de la educación financiera en la comunidad como un todo. Creo que la iglesia está haciendo lo mejor cuando ayuda a las personas que pasan por su peor momento, en vez de ignorarlas y seguir adelante porque hay objetivos “más importantes”. Elena de White habla sobre eso de manera más directa: “Si mantenemos nuestros talentos inactivos, perderemos toda capacidad de utilizarlos” (Un ministerio para las ciudades, p. 86) (RH, 21 de abril de 1896).

Hay fuertes argumentos de que los que más necesitan de nuestra ayuda son habitantes de la periferia. Los términos “urbano” [En el contexto brasileño, periferia] y “centro de la ciudad”, históricamente han sido un eufemismo para referirse a la comunidad afroamericana. A medida que la valorización inmobiliaria se extiende a la mayoría de las regiones más urbanas, la educación financeira, como um ministerio urbano, ha sido una necesidad mayor en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. La pobreza, en cualquier grado, aflige a la mayoría de las ciudades. La pobreza no se refiere solo a bajos salarios (o ninguno) Considero que el 78% de los americanos que vive de ordenado a ordenado (http://press.careerbuilder.com/2017- 08-24-Living-Paycheck-to-Paycheck-is-a-Way-of-Life-for-Majority- of-U-S-Workers-According-to-New-CareerBuilder- Survey ingresado el 10 de julio de 2019), también están en el nivel de la pobreza.

El ministerio adventista del séptimo día en la periferia, clásicamente, ha consistido en la entrega de alimentos, donación de ropas y afines. Aunque esa forma de ministerio es valiosa y apreciada por los que tienen bajos salarios (o ninguno), eso no es mucho, si es que ayuda, para lo demás y las cuentas que tienen que pagar. El motivo es que esas actividades se consideran como “asistencia” y no “desarrollo”. La gran mayoría de esos 78% de americanos que viven de ordenado a ordenado no necesita de alimento o de ropa. Lo que realmente necesitan es saber cómo administar lo que ganan. En vez de recibir el pez, necesitan aprender a pescar. Es aquí que entra la educación financiera.

Los escritos de Elena de White, en términos mucho más dispersos parecen apoyar esa noción de educación financiera como un ministerio de desarrollo. Ella dice: “Si bien es cierto que no hay que descuidar a los pobres que son dignos, a todos hay que enseñar, hasta donde sea posible, a ayudarse a sí mismos” (Consejos sobre mayordomía, p. 172). En otra parte ella dice: “Los más pudientes deben actuar siempre noble y generosamente con los hermanos más pobres; han de darles también buenos consejos, y luego dejarles pelear las batallas de la vida. Pero me fue mostrado que la iglesia tiene el deber solemnísimo de cuidar especialmente de las viudas, huérfanos e inválidos indigentes” (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 248, cursiva agregada).

He crecido y trabajado como pastor en contextos urbanos, sé que los desafíos son muchos. La pobreza pasada de una generación a otra, las restricciones presupuestarias en la educación conducen a la baja escolaridad, a la discriminación habitacional, etc., y todo eso ha contribuido para un legado negativo de mayordomía financiera. Siendo que es improbable que personas nacidas y criadas en la periferia superen su condición, salvo si son impulsadas, los bajos niveles de educación financiera, normalmente, se perpetúan. Por su aislamiento, ya sea geográfico o cultural, comerciantes, propietarios de inmuebles y otros sacan ventaja de las comunidades de la periferia. Eso hace que algunos grupos de personas se enriquezacan a costa del empobrecimiento de otros en esas mismas comunidades. Espero que nuestra iglesia vea la necesidad del ministerio de educación financiera para impactar a nuestras comunidades en la periferia para un crecimiento total.

A pesar de los desafíos, las posibilidades son ilimitadas porque la Biblia contiene sabiduría para la educación financiera en sus proverbios, exhortaciones, parábolas y narraciones. Trata temas relevantes como la diligencia, el trabajo arduo, vivir dentro del presupuesto, tener contentamiento, no contraer deudas; con temas como justicia, diversificación de inversiones, etc. Uno de los versículos que recibe recomendación universal para el creyente y el no creyente es el de Proverbios 22:7 “El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta”.

La gran mayoría de las personas ha pasado por el estrés y la esclavitud de las deudas. Siendo que esa verdad bíblica es universalmente reconocida, sirve como un excelente medio de puerta de entrada para otros principios bíblicos relativos a las finanzas.

En la Iglesia Adventista del Séptimo Día New Life, en Gaithersburg, Maryland, tenemos personas actualmente haciendo capacitación en finanzas, un programa de capacitación como parte de nuestro ministerio del departamento de Mayordomía. Creo que el resultado natural de ese tipo de ministerio es, como mínimo, doble: 1) Produce interés por Jesús, por la Biblia y por la iglesia. Si los principios bíblicos financieros son presentados de manera que contribuyan al bienestar financiero de las personas, eso llevará a un interés en como el cristianismo y el adventismo pueden contribuir para su vida abundante en otras áreas. 2) Llevará al aumento de las ofrendas en la iglesia local. Este último es un blanco secundario. Sería conveniente que la iglesia cuidara del bienestar financiero total de las personas y no solo de sus contribuciones. Pero, realmente creo que cuando las personas, ya sean miembros de la iglesia y de la comunidad como un todo, son discipuladas a través de la educación financiera no viven en sobresalto de las deudas y no viven de vueltos, y tendrán mayor posibilidad de contribuir a la misión de la iglesia. La educación financiera basada en la fe, como un ministero en la periferia, es una de las maderas que salvarán a las personas cuyas canoas se vuelcan. También nos ayudará a anhelar encender el fuego cuando la carrera termine.

Troy Levy

Troy Levy está casado con Rachelle y tiene tres muchachos enérgicos. También es el orgulloso pastor de la Iglesia New Life SDA en Gaithersburg, Maryland y candidato a DMin (2020) en el Ministerio Urbano, con énfasis en educación financiera en la Universidad Andrews.