Cada revés es una oportunidad para regresar al éxito
En 2 Reyes 4 y 8 hay la historia de una mujer sunamita que pasó por una serie de reveses en su vida. En resumen, la profecía de Eliseo fue que tendría un hijo. Recibe un hijo, pero posteriormente, el mismo hijo que le fue prometido muere inesperadamente. Pero milagrosamente, mediante el poder de Dios, el profeta le devuelve la vida a su hijo. De manera similar, Lucas 7: 11–17 comparte la historia de una mujer cuyo hijo murió. Mientras ella está afligida, Jesús llega y le devuelve la vida al hijo. Entre estas dos narraciones, hay varias lecciones que podemos aprender sobre cómo superar los reveses financieros como familia.
Establecer una comunicación efectiva
Para tener una relación positiva, es necesario tener una comunicación efectiva. La comunicación de la mujer sunamita con Eliseo y la comunicación de la mujer de Naín con Jesús demuestran la importancia de comunicar sus necesidades. Cuando se enfrenta a un revés financiero, una de las peores cosas que alguien puede hacer es no hablar de ello. Ignorar el problema no resolverá el problema. Ya sea el presupuesto de la iglesia, un desafío financiero organizacional o un desafío familiar o individual, el primer paso es tener un diálogo abierto sobre el desafío.
Además, es importante crear un espacio seguro, es decir, crear un ambiente donde las personas puedan sentirse cómodas dialogando y compartiendo sus desafíos sin temor a ser juzgadas. Lo que no encontramos en ninguna de las historias de estas mujeres es que se les culpe. Cuando hable de reveses financieros, concéntrese en encontrar soluciones en lugar de culpar. Además, un componente clave es escuchar activamente. Hubo un momento en mi ministerio cuando una persona me compartió que estaba teniendo dificultades para cumplir con sus obligaciones financieras mensuales y no estaba seguro de si debía devolver su diezmo. Este podría haber sido un momento para intercalar todos los pasajes bíblicos relacionados con el diezmo y la ofrenda. Pero a través de la escucha activa y en oración, me di cuenta de que debía dirigirlos a pasajes de las Escrituras que le mostraran cómo Dios estaba preocupado por la difícil situación espiritual y económica de las personas y cómo podía satisfacer esas necesidades. Esta persona estaba comunicando un desafío financiero mayor y era esencial ayudarlo a encontrar recursos financieros que lo ayudaran a navegar. En muchas de nuestras iglesias, a la gente se le enseña cómo devolver el 10%, pero les cuesta administrar el 90%. Lo que comenzó como una preocupación por ser fiel en un poco, resultó en que la persona aprendiera a administrar más de lo que Dios le había dado. Aunque administraban las finanzas de la iglesia, no tenían un presupuesto personal. Tener una comunicación efectiva y una escucha activa resultó en un cambio en su enfoque de mayordomía y responsabilidad por sus objetivos.
Además, una idea importante es establecer objetivos y discutir valores. Las familias deben discutir lo que esperan lograr e identificar lo que les importa. Cada uno tiene necesidades diferentes y debemos recordar que, como líderes, las personas quieren soluciones a sus problemas específicos.
Confiar en la Providencia Divina
En 2 Reyes 8, la Biblia comparte que Dios había llamado a una hambruna y que el profeta instruye a la mujer sunamita a irse con su familia y quedarse donde pudiera porque la hambruna duraría siete años. Esta revelación divina sobre tiempos económicos difíciles la llevó a ella y a su familia a tomar la decisión de mudarse a la tierra de los filisteos. Note que Dios no le dice adónde ir, sino que simplemente le proporciona revelación divina sobre lo que sucederá. La decisión sobre cómo van a proceder depende de ellos. A menudo, cuando consideramos la difícil situación de las familias y sus finanzas, debemos darnos cuenta de que, en última instancia, la elección depende de ellos. Es esencial gestionar nuestros recursos, pero también debemos dirigir a las personas de regreso a la Fuente. Podemos brindar oración, instrucción y orientación, pero en última instancia, las personas deben tomar sus propias decisiones. Seguir a Dios y experimentar cambios a menudo significa hacer sacrificios, y al darse cuenta de su situación actual o anticipar dificultades futuras, es posible que las familias deban tomar decisiones difíciles. Es posible que algunas familias necesiten reducir su tamaño, cambiar de escuela, darse de baja de gastos innecesarios, mudarse a áreas de bajo costo de vida o aumentar sus ingresos trabajando en múltiples trabajos. A veces, esto puede resultar en que estén menos disponibles y reasignen su tiempo y responsabilidades. Debemos brindar información en oración y permitir que las personas tomen sus propias decisiones.
Prepararse para lo inesperado
Confiar en la providencia divina no significa que las familias no experimenten pérdidas. Esto significa que debemos estar preparados para lo inesperado. Para la mujer de Naín, no sólo perdió a su hijo, sino que había estado en esta situación de pérdida dos veces desde que quedó viuda. La primera vez murió su marido, y la segunda, murió su hijo. En esta vida, podemos experimentar la pérdida de la vida de un cónyuge, hijos, padres o familiares. Por lo tanto, es necesario que haya conversaciones activas y continuas sobre cómo planificar una muerte prematura. Algunas iglesias han experimentado más funerales que bautismos. Tener conversaciones activas sobre la planificación de la jubilación, las emergencias familiares, la planificación de la sucesión y la planificación financiera puede marcar la diferencia entre la riqueza generacional y la deuda generacional. Aunque la mujer sunamita tiene medios e influencia, confía en que Dios proveerá incluso durante las dificultades económicas. Lo que debemos entender es que cuando hablamos de la divina providencia, no debemos asumir que esto significa la ausencia de participación humana. Hay quienes creen que Dios los ayudará a superar las crisis financieras, los reveses económicos y las dificultades sin su esfuerzo.
Además, en la historia de la mujer sunamita, la hambruna hace que pierda su riqueza, su tierra y sus propiedades. Según todos los cálculos, la historia de su familia debería haber terminado. Pero Dios no había terminado en su provisión. Mientras se asociaba con Dios y acudía al rey para apelar por su casa y sus tierras, la Biblia comparte que la noticia de la resurrección de su hijo resultó en que ella recuperara todo lo que había perdido. Asimismo, en la historia de la viuda de Naín, gracias al milagro del Hijo de Dios, ella también recibió lo que había perdido.
Hay quienes pueden suponer que la gente no debería preocuparse por los desafíos financieros porque Jesús vendrá pronto. Soy un firme creyente de que Jesús vendrá otra vez. Sin embargo, esto no significa que no tengamos la responsabilidad de administrar los recursos que Dios nos ha proporcionado en el tiempo que nos ha dado. Estas narrativas resaltan la generosidad, la hospitalidad, la mayordomía y la perseverancia de las mujeres para superar, así como la fidelidad y la capacidad de Dios para ayudar a las personas a superar los reveses. Es posible que no siempre sepamos por qué experimentamos reveses debido a la pérdida de un trabajo, reubicación, problemas de salud o inestabilidad económica. Pero sabemos que Dios es capaz de permitirnos recuperar lo perdido.