“Venga a recibir lecciones de mayordomía el día que comience a ganar un salario”. En la vida real, la probabilidad de que un líder de la iglesia pronuncie estas palabras es inexistente. Nuestra práctica con respecto a la educación en mayordomía, sin embargo, puede revelar esa mentalidad cuando se presta poca o ninguna atención a la educación sobre la mayordomía de los niños. Nuestra omisión se debe a una creencia tácita de que los niños primero observan y luego, cuando son mayores de edad, los educadores de mayordomía llenarán los vacíos en sus conocimientos. Esto está impulsado por un estándar falso en el que la mayordomía se evalúa por los beneficios que aporta al destinatario.
Esta perspectiva nos lleva a dejar de lado a los niños como mayordomos porque sus contribuciones a menudo parecen insignificantes. Sin embargo, si aceptamos la idea de que nuestro Dios es omnipresente, omnipotente, omnisciente y el Dueño de todo (Salmo 24: 1), la cantidad que aportamos como mayordomos ya no es el elemento más importante de la mayordomía. Por lo tanto, nuestro artículo se centra en tres resultados positivos de enseñar a los niños a practicar una buena mayordomía con los propios niños.
Desarrollando la autoestima
La autoestima se refiere al valor, positivo o negativo, que uno se asigna a sí mismo. Esta atribución tiene consecuencias directas para el comportamiento y desarrollo de la persona. Está bien establecido que “una mayor iniciativa y sentimientos agradables” se encuentran entre los numerosos beneficios de una autoestima positiva.[1]
La Biblia habla del joven Gedeón, que luchaba con una imagen negativa de sí mismo. Sus comentarios revelan esta autoevaluación: “¿Con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo soy el menor en la casa de mi padre” (Jueces 6: 15). Gedeón se consideraba sin recursos y de baja categoría, mientras que su condición real se expresa en estas palabras del ángel del Señor: “Jehová está contigo, hombre esforzado y valiente” (Jueces 6: 12). La autopercepción negativa de Gedeón ―que no reflejaba la realidad― lo llevaba a esconderse en un lagar. Como una forma de ayudar a Gedeón a superar su baja autoestima, el ángel intenta convencerlo de lo que había recibido: “Ve con esta tu fuerza” (Jueces 6: 14). Como resultado de un cambio en la percepción de sí mismo, Gedeón se convirtió en un gran conquistador en Israel.
La educación sobre la mayordomía está destinada a desempeñar una función similar en la vida de nuestros hijos que se encuentran en una etapa crucial de formación de la autoestima, una ventana que no permanece abierta indefinidamente. La mayordomía ayuda a las personas a alejarse de la mentalidad del “bolsillo vacío” a reconocer que han recibido algo valioso de Dios. La generosidad, una expresión clave de la mayordomía, también contribuye a este propósito. Para que uno pueda dar o compartir sus talentos o recursos, primero debe reconocer que los ha recibido. A medida que uno crece en esta conciencia, aumenta correspondientemente su autoestima. La educación sobre la mayordomía es parte de la caja de herramientas de Dios para padres, maestros, mentores y líderes espirituales a fin de ayudar a los niños a crecer a su máximo potencial.
Desarrollando la felicidad
Un fenómeno social alarmante y creciente que vemos hoy día es el de los niños infelices. Para aquellos de nosotros que pensamos en la infancia como la época feliz, despreocupada e inocente de la vida, esto parece paradójico. La tristeza ocasional es parte de la vida de un niño, pero la tristeza persistente puede revelar la presencia de depresión. El Instituto Nacional de Salud Mental de EE. UU. informó que desde abril de 2019 hasta marzo de 2020, 3,2 millones de niños de doce a diecisiete años experimentaron al menos un episodio depresivo mayor. Vale la pena señalar que esto fue anterior a la pandemia del COVID-19. Las causas son muchas y están más allá del alcance de este artículo. Sin embargo, la mayordomía, que se manifiesta a través de actos de generosidad, puede contribuir a devolver la alegría a la vida del niño.
Las Escrituras ofrecen la base para esta afirmación: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20: 35). Gran parte de la investigación en ciencias sociales llega a la misma conclusión. Un experimento de diez días durante el cual se invitó a los participantes a realizar actos de bondad demostró un aumento en la satisfacción con la vida al final del experimento.[2] Otro experimento que involucró a niños de dos años observó un mayor grado de felicidad al dar golosinas que al recibir golosinas, y hubo un pico de felicidad cuando el acto involucró donaciones costosas.[3] Sean Grover ofrece una explicación interesante para estas observaciones: “Con demasiada frecuencia, los jóvenes caen en la trampa de centrarse exclusivamente en sus propias necesidades. Esta tendencia narcisista es un caldo de cultivo para la depresión o la ansiedad. El altruismo rompe el duro caparazón del ensimismamiento al fomentar la compasión por los demás”.[4]
Mejorando la retención
Muchas iglesias están luchando con una reducción significativa de la asistencia entre los jóvenes. Para muchos, esta información es simplemente una estadística hasta el día en que nuestro propio hijo o hija anuncia que ya no asistirá a la iglesia. A menos que podamos fomentar un sentido renovado de propiedad entre los jóvenes, será difícil detener o frenar la hemorragia de la generación más joven de la iglesia de sus padres.
La mayordomía no es una panacea, pero puede contribuir de al menos dos formas a reducir la tendencia alarmante de la apostasía de los jóvenes.
Una causa conocida importante de la ruina espiritual es la cosmovisión consumista: “Creer que podemos encontrar satisfacción acumulando riqueza y todo lo que viene con ella”.[5] En la parábola del sembrador está representado por la tierra espinosa: “El engaño de las riquezas ahoga la palabra y la hace infructuosa” (Mateo 13: 22).
Una encuesta de cien mil participantes realizada por la Open University of Business y la BBC ha revelado cómo las personas ven las posesiones materiales como fuente de estatus, libertad y seguridad, e incluso como moneda de cambio por amor y afecto.[6] [BA1] [BA2] Esto confirma la suposición subyacente e insatisfecha del consumismo: “La salvación se puede encontrar adquiriendo y usando cosas”.[7] El dios del oro y la plata está haciendo que miles se alejen del Dios verdadero y de su iglesia.
La mayordomía proporciona un antídoto contra el consumismo. Uno de sus principales objetivos es llevarnos a redescubrir el verdadero valor del dinero y poner a Dios en el lugar que le corresponde. Esto protegerá a nuestros hijos del consumismo engañoso y también ayudará a liberar a otros de sus garras. La siguiente tabla muestra cómo la mayordomía bíblica deconstruye las afirmaciones del consumismo:
Consumismo |
Mayordomía bíblica |
La vida abundante es el resultado de las posesiones. |
La vida abundante es un REGALO de Dios (Juan 10: 10). |
Desear más es normal. |
Cultivar el CONTENTAMIENTO es una virtud (1 Timoteo 6: 6). |
El camino hacia la felicidad es obtener un poco más. |
La verdadera felicidad se encuentra en la FELICIDAD de los demás (Hechos 20: 35). |
El dinero proporciona estatus. |
Nuestra identidad está en AFILIACIÓN a Dios (2 Corintios 6: 18). |
El dinero proporciona libertad. |
La verdadera libertad está en CRISTO (Gálatas 5: 1). |
El dinero proporciona seguridad. |
Dios es nuestro ESCUDO (Salmo 28: 7). |
El dinero es el pase de acceso al amor. |
Eres amado INCONDICIONALMENTE (Jeremías 31: 3). |
Cualquier estrategia de bienestar financiero es aceptable. |
Dios da el PODER para producir riqueza (Deuteronomio 8: 18). |
La educación sobre la mayordomía también puede servir como un instrumento para la retención al fomentar un sentido de pertenencia en nuestros niños y jóvenes. McIntosh y Arn en su libro What Every Pastor Should Know [Lo que todo pastor debiera saber] comparten una serie de preguntas que las personas hacen cuando deciden quedarse o dejar la iglesia.[8]Una pregunta decisiva y, a menudo, final es: “¿Es importante mi contribución?”. Esto es cuestionar el valor de su participación en la misión de la iglesia. La ausencia de una respuesta satisfactoria lleva a un punto de inflexión en la decisión de dejar la iglesia. El mensaje de mayordomía ayuda a los miembros de la iglesia a reconocer el valor de lo que han recibido y les enseña sobre cómo colaborar en la misión de Dios utilizando los recursos dados por el Señor. Los creyentes pasan de ser espectadores a convertirse en socios activos. En este proceso el joven construye una respuesta adecuada a la pregunta: “¿Es importante mi contribución?”.
Nuestro objetivo principal al involucrar e inscribir a otros en la educación de mayordomía para niños y jóvenes es desarrollar discípulos de Cristo sanos y felices. Cuando esto se convierta en nuestra principal prioridad, tendremos una iglesia en mejores condiciones para participar en la misión final de Dios.
El pastor Aniel Barbe es director asociado del Ministerio de Mayordomía y editor de Dynamic Steward en la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Silver Spring, Maryland.
[1] Roy F. Baumeister, Jennifer D. Campbell, Joachim I. Krueger, and Kathleen D. Vohs, “Does High Self-Esteem Cause Better Performance, Interpersonal Success, Happiness, or Healthier Lifestyles?”. Psychological Science in the Public Interest 4, no 1 (May 2003), pp. 20, 21; https://doi.org/10.1111/1529-1006.01431.
[2] Kathryn E. Buchanan and Anat Bardi, “Acts of Kindness and Acts of Novelty Affect Life Satisfaction,” The Journal of Social Psychology 150, no 3 (2010), pp. 235-237; https://doi.org/10.1080/00224540903365554.
[3] Lara B. Aknin, J. Kiley Hamlin, and Elizabeth W. Dunn, “Giving leads to happiness in young children”, PLoS one 7, no 6 (2012): e39211, p. 3.
[4] Sean Grover, “4 Ways Altruism Produces Happy and Empowered Children”, Psychology Today, November 6, 2015; https://www.psychologytoday.com/us/blog/when-kids-call-the-shots/201511/4-ways-altruism-produces-happy-and-empowered-children.
[5] Steve Wilkens and Mark L. Sanford, Hidden Worldviews: Eight Cultural Stories That Shape our Lives (Downers Grove: InterVarsity Press, 2009), p. 45.
[6] Sophie Von Stumm, Mark Fenton O’Creevy, and Adrian Furnham, “Financial capability, money attitudes and socioeconomic status: Risks for experiencing adverse financial events”, Personality and Individual Differences 54, no 3 (2013), pp. 344-349; http://oro.open.ac.uk/35597/7/PAID%20pre-publication.pdf.
[7] Wilkens and Sanford, Hidden Worldviews, p. 45.
[8] Gary McIntosh, “The Important First Year”, Growth Point 28, no 4, April 2016; https://cogo.church/wp-content/uploads/2019/10/GP-2016-Apr.pdf.