Diezmar

Textos bíblicos: Números 18: 21; Deuteronomio 16: 7; Salmo 24: 1; Proverbios 3: 9; Malaquías 3: 8-10; Hechos 20: 35; 1 Corintios 9: 9-14; 2 Corintios 9: 6-8; Efesios 2: 8-9.

Introducción

Dios es nuestro Creador, Redentor, Sustentador y Dueño. El salmista David nos recuerda que “de Jehová es la tierra y toda su plenitud, el mundo y los que en él habitan” (Salmo 24: 1). Dependemos de Dios y él provee para todas nuestras necesidades. Como mayordomos de todo lo que él nos ha dado, expresamos nuestra alabanza y agradecimiento a Dios poniéndolo a él primero en todo lo que hacemos y tenemos. “Reconocemos el derecho de propiedad por parte de Dios mediante nuestro servicio fiel a él y a nuestros semejantes, y mediante la devolución del diezmo y las ofrendas que entregamos para la proclamación de su evangelio y para el sostén y desarrollo de su iglesia”.[1]

“Reconociendo el plan bíblico y el solemne privilegio y la responsabilidad que descansa sobre los miembros, como hijos de Dios y miembros de su cuerpo, la iglesia, se anima a todos a devolver un diezmo fiel (la décima parte de sus ganancias o ingresos personales) a la tesorería de la denominación.” [2] La devolución regular de los diezmos fieles y las ofrendas voluntarias nos permite asociarnos con Cristo y crecer espiritualmente.

Poniendo a Dios primero

¿Qué nos enseña la Biblia acerca de la invitación que Dios nos hace en relación con el diezmo? Lea Deuteronomio 16: 17 y Malaquías 3: 10.

La invitación a dar viene directamente de Dios y se basa en lo que él ya ha dado. Nadie debería tener que decir “no tengo nada que dar”, porque Dios no nos está pidiendo que busquemos lo que necesitamos para devolver. Primero provee, luego pide que se le devuelva una décima parte en agradecimiento por su generosidad, “conforme a la bendición […] que te haya dado” (Deuteronomio 16: 17). Donde puede haber incertidumbre en cuanto al resultado de apartar primero la porción de Dios, el Señor nos desafía a ponerlo a prueba para ver si será fiel a su promesa de abrir “las ventanas de los cielos y derramar sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3: 10). ¿Por qué no aceptar el desafío y ver el resultado?

¿Cuál debería ser nuestra respuesta a la generosidad de Dios? Lea 2 Corintios 9: 6-8.

Diezmar ayuda a nuestro crecimiento espiritual al desalentar el egoísmo. “El que siembra escasamente, también segará escasamente, y el que siembra generosamente, generosamente también segará” (2 Corintios 9: 6). Nuestra respuesta a la generosidad de Dios debe ser una demostración de nuestra confianza en él al devolver voluntariamente una décima parte de nuestro ingreso. Nuestra primera tarea al recibir nuestros ingresos personales es pensar en los demás al apartar lo que es de Dios primero.

Pablo nos recuerda que “poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9: 8). El objetivo de devolver un diezmo fiel no es dejarnos sin nada, ya que se nos pide que demos de lo que ya recibimos.

¿Cómo se usa el diezmo? Lea 1 Corintios 9: 13-14 y Números 18: 21.

Dios ha dado instrucciones específicas para el uso del diezmo. El enfoque principal para el uso del diezmo es apoyar a los ministros del evangelio, cuya función principal es involucrarse y promover el ministerio espiritual de la Palabra.[3] “Que nadie se sienta libre para retener sus diezmos con el fin de usarlos según su propio juicio. No debe emplearse en caso de emergencia, ni como parezca conveniente, aun en cosas que conciernan a la obra de Dios”.[4] “El diezmo debiera ir para los que trabajan en palabra y doctrina, sean estos hombres o mujeres”.[5] Los que son elegidos para esta obra […] deben ser hombres que tengan una profunda experiencia cristiana; y su salario debe pagarse del diezmo.[6]

¿Cuál es la diferencia entre el diezmo y las ofrendas? Lea Proverbios 3: 9;
Hechos 20: 35 y Efesios 2: 8-9.

El diezmo es la porción de Dios de nuestras ganancias personales y las ofrendas son nuestra promesa a Dios de apoyar a la iglesia local. El diezmo equivale al diez por ciento de nuestro ingreso personal y debe reservarse primero para Dios, antes que todos los demás gastos (Proverbios 3: 9). Nuestras ofrendas son la cantidad que hemos apartado libremente como contribución voluntaria para el trabajo de la iglesia local y el trabajo misionero (Hechos 20: 35). De la misma manera que devolvemos fielmente nuestro diezmo, nuestro motivo por la cantidad que damos como ofrenda también debe ser desinteresado (Efesios 2: 8-9).

“Dios ha dispuesto que la proclamación del evangelio dependa de las labores y dádivas de su pueblo. Las ofrendas voluntarias y el diezmo constituyen los ingresos de la obra del Señor. De los medios confiados al hombre, Dios reclama cierta porción: la décima parte. Los deja libres a todos de decir si han de dar o no más que esto. Pero cuando el corazón se conmueve por la influencia del Espíritu Santo, y se hace un voto de dar cierta cantidad, el que ha hecho el voto no tiene ya ningún derecho a la porción consagrada”.[7]

¿Se puede usar el diezmo para apoyar a la iglesia local?

Como miembros, se nos desalienta a destinar nuestros diezmos a organizaciones y proyectos de nuestra elección. En cambio, se nos anima a traer todo el diezmo al alfolí (Malaquías 3: 10). En ese sentido, el diezmo no debe asignarse para ayudar a los necesitados, para complementar las tasas de matrícula, los gastos de la iglesia o los edificios.[8]

“La iglesia local no usa los diezmos en modo alguno, sino que los recibe en custodia y los remite al tesorero de la Asociación. Así, los diezmos de todas las iglesias van a parar a la tesorería de la Asociación, y se envían porcentajes al nivel inmediato superior según los reglamentos de la Asociación General y la de la División, para hacer frente a los gastos de llevar adelante la obra de Dios en sus respectivos ámbitos de responsabilidad y actividad”.[9]

Son las ofrendas regulares, recolectadas por la iglesia local, las que se apartan específicamente para cubrir los gastos de la iglesia y sus funciones. Por lo tanto, el diezmo y las ofrendas voluntarias deben mantenerse separadas, pero tienen la misma importancia para promover el evangelio.

¿Qué debo hacer?

¿Cuánta ofrenda debo dar? Lea 2 Corintios 9: 7-8.

Diezmar es parte de nuestra adoración a Dios y una demostración de nuestra confianza en él. Se nos anima a dar una ofrenda voluntaria de todo corazón en proporción a las bendiciones que hemos recibido de Dios. A cambio, él se asegurará de que tengamos lo suficiente para nuestras necesidades (2 Corintios 9: 7-8). “Que cada uno examine periódicamente sus entradas, las que constituyen una bendición de Dios, y aparte el diezmo para que sea del Señor en forma sagrada. Este fondo en ningún caso debería dedicarse a otro uso; debe dedicarse únicamente para el sostén del ministerio evangélico”.[10]

¿Debo devolver el diezmo de mis ingresos antes o después de las deducciones? Lea Proverbios 3: 9 y Malaquías 3: 8-10.

Se nos pide que devolvamos el diezmo de nuestro salario completo y ganancias antes de que se haya realizado cualquier deducción y pago por concepto de impuestos sobre la renta.[11] Los empleadores están obligados a deducir el impuesto sobre la renta de la cantidad bruta pagada a sus empleados. Todos los gastos adicionales que se consideran pagaderos con los ingresos del empleado a menudo se calculan sobre sus ingresos brutos. En otras palabras, se saca la primicia antes de recibir el pago neto.

Se nos anima a poner a Dios en primer lugar en todo lo que hacemos, incluida la forma en que usamos nuestros ingresos. “No debemos consagrarle lo que queda de nuestras entradas después de haber satisfecho nuestras necesidades reales o imaginarias; antes de gastar nada debemos apartar lo que Dios ha especificado como suyo”.[12]

El llamado es a “honrar a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos” (Proverbios 3: 9). Debemos apartar nuestras primicias para Dios de manera oportuna y sistemática. El llamado a traer todo el diezmo debe reconocerse como nuestro ingreso personal bruto antes de las deducciones, lo que nos lleva a poner a Dios primero de manera activa.

Hay una fuente de ingresos en nuestra familia de cuatro y nuestros dos hijos están en edad escolar. ¿Deben ambos adultos devolver el diezmo? Lea Proverbios 3: 9-10; 11: 25 y Malaquías 3: 10b.

El llamado a dar de nuestro aumento va también para los ingresos del hogar. Por lo tanto, se deduce que el diezmo se devuelve de la cantidad total recibida. “Cuando se presente un informe del número de personas de la iglesia que devuelven el diezmo, deben contarse el cónyuge y los hijos menores que sean miembros de la iglesia, aunque no perciban ingresos, aparte del cabeza de familia que sí percibe entradas”.[13]

Nunca es demasiado temprano para enseñar a nuestros hijos acerca de los diezmos y las ofrendas. Durante los períodos de vacaciones y cuando reciben regalos monetarios de cumpleaños, se puede alentar a los niños a “presentar ofrendas a Dios por el don de su Hijo Unigénito”.[14]

¿Dónde debo devolver el diezmo? Lea Malaquías 3: 10.

El diezmo debe, en primera instancia, ser devuelto a la iglesia local. Se requiere que el tesorero local presente todos los diezmos recaudados, cada semana, a la Asociación local. “El diezmo es del Señor y debe ser llevado al “alfolí” (tesorería de la Asociación) a través de la iglesia en la que la persona es miembro, como un acto de adoración. Donde existan circunstancias inusuales, los miembros de la iglesia deben consultar con los oficiales de su Asociación local”.[15]

Resumen

Este estudio bíblico ha demostrado que todo lo que tenemos proviene de Dios y como un acto de fe y adoración, Dios ha pedido que le devolvamos el diez por ciento de nuestras ganancias. El diezmo se entrega a la Asociación a través de nuestra iglesia local y se usa principalmente para el sostenimiento de quienes nos ministran. Dios primero nos da antes de pedirnos y también ha prometido que cuando devolvamos fielmente nuestro diezmo y demos nuestra ofrenda voluntaria, él a su vez nos bendecirá abundantemente.

¿Estás listo y dispuesto a poner a Dios primero al devolver fielmente el diezmo y las ofrendas prometidas como una medida de tu confianza en él y en agradecimiento por lo que ha hecho por ti?

Puntos a considerar

  1. Si aún no devuelves un diez por ciento regular del diezmo al Señor, ¿por qué no aceptas el desafío que Dios ha establecido en Malaquías 3: 10 durante al menos tres meses? Si recibes una bendición de Dios, ¿por qué no hacer de esto un hábito regular?
  2. Si regularmente devuelve el diez por ciento del diezmo al Señor, ¿por qué no se toma un tiempo para reflexionar en oración sobre las muchas bendiciones que ya ha recibido y considera aumentar sus ofrendas voluntarias en acción de gracias a Dios?

Maureen Rock, TED


[1] Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Manual de la Iglesia, 1ra Edición, 2015 (Bogotá: IADPA, 2015), p. 177.

[2] Manual de la Iglesia, p. 139.

[3] Póliza de Trabajo de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, edición 2021-2022, p. 636.

[4] Elena G. de White, Consejos sobre mayordomía cristiana (Boise, Idaho: Pacific Press Publishing Association, 1970), p. 106

[5] Elena G. de White, Evangelismo (Miami: Asociación Publicadora Interamericana, 1994), p. 359.

[6] Elena G. de White, Consejos para los maestros (Boise, Idaho: Pacific Press Publishing Association, 1971), p. 417.

[7] Elena G. de White, Los hechos de los apóstoles (Boise, Idaho: Pacific Press Publishing Association, 1957), p. 61.

[8] General Conference of Seventh-day Adventist, Highlights of the Tithing System, revised 1990, pp. 16-17.

[9] Manual de la Iglesia, p. 139.

[10] Elena G. de White, Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 86.

[11] General Conference -Tithing Principle and Guidelines, p. 23.

[12] White, Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 86.

[13] Manual de la Iglesia, p. 80.

[14] Elena G. de White, El hogar cristiano, (Buenos Aires: ACES, 2007), p. 438.

[15] General Conference -Tithing Principle and Guidelines, p. 20.

Maureen Rock

Maureen Rock é diretor do Departamento de Mordomia da Divisão Trans-Europeia da Igreja Adventista do Sétimo Dia.