El materialismo es una de las herramientas más poderosas del diablo contra el pueblo de Dios. Incluso los cristianos tienden a valorar objetivamente las posesiones por encima de la generosidad y la espiritualidad. La formación para combatir estas tendencias debe comenzar en la niñez. La ciencia cognitiva nos enseña que el esfuerzo y el refuerzo persistentes son esenciales para que los hábitos deseados sean automáticos. Los hábitos de generosidad y mayordomía no son una excepción.

Un hallazgo de una investigación, publicada por la revista Neuron, el 8 de marzo de 2012, concluyó que la capacidad de los niños para considerar las preferencias de los demás está relacionada con la maduración de la corteza prefrontal del cerebro. Esta área del cerebro gobierna el autocontrol, la función cognitiva superior y el razonamiento moral.[1]

El libro Consejos sobre mayordomía cristiana corrobora este hallazgo. Elena G. de White hizo hincapié en la formación de los niños en hábitos de dominio propio y abnegación. Ella escribió que los padres deben enfatizar los hábitos de obediencia a Dios, la preocupación por el bienestar espiritual y físico de los demás, una vida sencilla y evitar las compras egoístas e impulsivas. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón […] y a tu prójimo como a ti mismo”.[2]

La enseñanza del autocontrol temprano en la vida conducirá a una adultez satisfecha, feliz y madura. Proverbios 22: 6 dice: “Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él”.[3] La buena mayordomía de por vida comienza con los hábitos de pensamiento desarrollados temprano en la vida. La formación y el entorno adecuados refuerzan la biología y la neurología al permitir que el niño madure como un adulto piadoso y moralmente responsable.

Como dice la Biblia en 1 Timoteo 6: 10: “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe y fueron atormentados con muchos dolores”. Esta advertencia debería motivarnos a enseñar a nuestros hijos la administración de las finanzas y otros recursos.

Sugerimos algunos consejos prácticos para fomentar el espíritu de dadivosidad:

Comience a educar a los jóvenes mayordomos

Algunos padres creen que comprender la mayordomía es algo natural. Esto no es cierto en la mayoría de los casos. La interacción social puede enseñar a los niños a compartir y reconocer las necesidades de los demás; sin embargo, no garantiza que los niños den desinteresadamente e incluso con sacrificio en la vida posterior. El fomento del altruismo debe ser intencional.

Singapur es un país rico con pocos recursos naturales. Casi todo es importado, incluso el agua potable. Por lo tanto, es fundamental enseñar a los niños a gestionar sabiamente los recursos en uno de los lugares más caros del mundo. Los niños van a campamentos de verano para aprender a ahorrar y gastar sabiamente. Esta podría ser una de las razones por las que los singapurenses tienden a ser muy disciplinados financieramente.

Podemos comenzar por enseñar a los niños hábitos sabios de salud y nutrición. La administración del tiempo puede comenzar limitando el tiempo frente a la pantalla. No les dé todo lo que quieran cuando lo quieran; la espera, aunque desagradable, conduce al desarrollo de la paciencia y al control de los impulsos. Al final, los niños sentirán respeto por sí mismos por controlar sus deseos e impulsos. Bríndeles oportunidades para ser productivos realizando tareas domésticas sencillas y ayudando en la comunidad.

Ser transparente en nuestra posición financiera

Muchos adultos creen que permitir que los niños se den cuenta de nuestras dificultades financieras sería demasiado estresante para ellos. De hecho, sin embargo, puede ser útil permitir que los niños comprendan la situación financiera de una manera apropiada para su edad. Los niños aprenderán a adaptarse a cualquier situación financiera.

A medida que los niños crecen, hable con ellos sobre el costo de vida y las obligaciones financieras. Solicite su ayuda para abordar las dificultades financieras. En nuestra casa les recordamos a nuestros hijos que apaguen las luces, bajen el aire acondicionado o no desperdicien agua. También enseñamos a nuestros hijos a esperar por las cosas que quieren. Esperar conduce a un razonamiento claro sobre sus deseos. No queremos hacer la vida menos placentera para nuestros adolescentes; queremos que comprendan que esas cosas cuestan dinero.

Los padres también deben hablar con los adolescentes sobre cómo pueden llegar a ser económicamente independientes en su propio hogar. Esto les ayudará a desarrollar expectativas realistas y hábitos de gasto inteligentes al entrar en la edad adulta.

Sean padres y adultos generosos

Los niños notan la inconsistencia entre nuestra creencia y nuestra práctica. Si vamos a predicar la generosidad, debemos practicarla. Ser generosos como familia ha sido una de las cosas más gratificantes que hemos hecho para enseñar a nuestros niños pequeños sobre la mayordomía. Los niños nos vieron compartir nuestras verduras cosechadas en casa. Conseguimos que entregaran comida recién preparada a los vecinos. Cuando regresaron, sus rostros estaban pintados de grandes sonrisas, junto con la emoción mientras sostenían un helado o galletas que les regalaban los vecinos. De inmediato comprendieron que la bondad se paga con bondad. A los niños más pequeños se les debe dar una mesada para que puedan ejercer la mayordomía y la generosidad al devolver el diezmo y las ofrendas a Dios.

Enseñe el principio de ganar el sustento, ahorrar y dar

Ahorrar y dar están vinculados. Debemos tener algo a mano para dar con generosidad y voluntad. Los niños deben aprender a ahorrar y compartir cuando surjan necesidades. Como padres, debemos cubrir las necesidades de nuestros hijos: comida, ropa, útiles escolares o equipamiento deportivo. Incluso estas necesidades pueden convertirse en deseos cuando los niños mayores desean ciertas marcas.

A los niños se les debe enseñar a cuidar bien sus cosas. Ayúdelos a comprender que los padres se sacrifican para mantenerlos y que deben valorar los artículos en consecuencia. Los padres también pueden considerar darles algunas tareas para ganar recompensas financieras por el artículo de sus sueños. De esta manera, los niños valorarán lo que tienen y aprenderán a enorgullecerse de ser dueños. Los niños deben darse cuenta de que las bendiciones financieras y materiales no son solo para nosotros. Las bendiciones vienen con la responsabilidad y la capacidad de dar y compartir. Haz de ganar el sustento, ahorrar y dar la cultura de tu hogar.

Despierta el sentido de humildad, gratitud y aprecio

El espíritu de dar viene con un sentido de gratitud y agradecimiento. Burkett aconseja que los adultos deben ayudar a los niños a valorar cada don que se les da, ya sean las relaciones familiares, la amistad, la naturaleza, el tiempo o los recursos, como manifestaciones del abundante amor, la gracia y la misericordia de Dios.[4] De esta manera inculcaremos humildad y gratitud. Ayude a los niños a comprender que dar y compartir es nuestra expresión tangible de amor y adoración a Dios.

Elena G. de White advirtió a los padres que no enseñen a los niños a esperar regalos en las temporadas de vacaciones y en sus cumpleaños. Esta práctica ha enseñado a los niños a desarrollar hábitos egoístas y ha desarrollado una tendencia a pensar que tienen derecho a exigir las cosas como un derecho. En lugar de facilitar los hábitos codiciosos y egoístas del mundo, debemos ayudar a los niños a “aumentar el conocimiento de Dios y para despertar el agradecimiento en el corazón por su misericordia y amor manifestados en la preservación de sus vidas durante otro año”.[5]

Resumiendo

En resumen, Elena G. de White es muy clara y resuelta en su declaración de que a los niños se les debe enseñar y guiar a ser obedientes al mandato de Dios para convertirse en buenos administradores. La mayordomía es una forma de vida que no surge de forma natural sino que debe enseñarse. Los niños no solo necesitan escuchar nuestras palabras, deben ver nuestro ejemplo al mostrar generosidad en los diezmos, las ofrendas y el servicio a las necesidades espirituales y físicas de nuestras comunidades y del mundo.

Elena G. de White ha resumido la esencia de la mayordomía: “Tal como los sabios de la antigüedad, podéis ofrecer a Dios vuestros mejores donativos y manifestarle mediante vuestras ofrendas que apreciáis su Don hecho a un mundo pecador. Haced que los pensamientos de vuestros hijos corran por un nuevo canal, sin egoísmo, incitándolos a presentar ofrendas a Dios por el don de su Hijo unigénito”.[6] En toda enseñanza, ayudemos a nuestros hijos a darse cuenta de que nuestro aprecio por el mejor regalo de Dios a nuestro mundo pecaminoso, ¡Jesucristo!, genera un espíritu de generosidad.



[1] Science Daily, “Self-centered kids? Blame their immature brains”, March 7, 2012; retrieved from https://www.sciencedaily.com/releases/2012/03/120307132206.htm.

[2] Elena G. de White, Consejos sobre mayordomía cristiana (Bogotá, Colombia: Asociación Publicadora Interamericana, 2005), p. 291.

[3] Todos los textos bíblicos son de la Biblia Reina Valera 1995, Antiguo y Nuevo Testamento: Copyright © 1995 Sociedades Bíblicas Unidas (United Bible Society).

[4] L. Burkett and K. C. Bowler, Money Matters for Kids, (Chicago: Moody Press, 2000).

[5] Elena G. de White, Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 291.

[6] Ibíd., p. 293.

Orathai Chureson

Orathai Chureson, Ph.D., se desempeña actualmente como director de Ministerios Infantiles Adventistas y secretario de la Asociación de Cónyuges Ministeriales de la División de los Adventistas del Séptimo Día del Pacífico Sur de Asia, Silang, Filipinas.