¿Por qué debo devolver el diezmo? Diezmar ¿es relevante para los creyentes? ¿Es compatible con el mensaje cristiano? ¿Dónde debo llevar mi diezmo? ¿Puedo decidir lo que quiero hacer con mi diezmo? Esas son algunas de las preguntas que se hacen con frecuencia con relación al diezmo.
En los días del profeta Malaquías, el pueblo había pasado a una forma de pasividad espiritual. No había un compromiso sincero y a eso se sumaba la desobediencia al Dios del pacto. Dios hizo el siguiente llamado a través de su siervo: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3:10). ¿Por qué ese llamado de Dios?
Un acto de adoración
“Traed todos los diezmos al alfolí”. Hay dos componentes importantes que necesitan ser destacados en relación con el verbo “traer”, usado en la mayoría de las versiones bíblicas:
1. Puede traducirse como “venir”.
2. Fue usado en imperativo, lo que significa una orden. Sin embargo, cuando vamos a la lengua original, notamos que ese imperativo se usa de una forma que expresa una acción casual, lo que significa que hay una acción que está causando otra.
Una traducción libre sería: “Vengan al Santuario con sus diezmos […]”
En ese caso, el diezmo sería la segunda acción que sigue a la primera, ir al Santuario. El Santuario y luego el Templo, este tenía varios aposentos que servían como la tesorería. El hecho es que nadie iba a la tesorería si el propósito inicial no era ir al Templo.
En consecuencia, nuestra traducción libre sería: “Vengan al Templo con sus diezmos […]”. Eso nos dice que ese llamado es primero y por sobre todo un llamado de adoración. Un llamado para que las personas devuelvan a su Creador (Neh. 9:6), su Proveedor (Mat. 6:26, su Médico (Sal. 6:2), su Salvador (Isa. 43:11). Y regresen a aquel que permanece fiel a sus promesas y les concede continuamente sus bendiciones. El mensaje transmitido por el profeta Malaquías es para decirnos que todas las bendiciones que Dios nos da deben llevarnos a la adoración que como consecuencia estará acompañada del diezmo de todas las bendiciones materiales y financieras. Ese mismo principio se encuentra en Génesis 28, cuando Jacob hizo su voto:
E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti” (Gén. 28:20-22).
En su voto, Jacob relacionó las bendiciones que Dios le había prometido. Entonces, al levantar una columna, simbolizando la casa de Dios, él prometió adorar a su Creador. Finalmente, él promete devolver el diezmo a su Proveedor.
En base a esos dos pasajes bíblicos, podemos concluir que el modelo natural que Dios desea que sigamos cuando se trata del diezmo es el descrito en el siguiente esquema:
La devolución del diezmo se torna relevante y significativa solamente cuando se reconocen las bendiciones de Dios, y se asume el compromiso de vivir una vida de adoración.
La misión
“[...] y haya alimento en mi casa”. Siendo que Dios es el Proveedor, él no necesita de nuestro diezmo para asegurar que haya “alimento en su casa”. Pero su deseo es que sepamos que él valora nuestrarespuesta positiva a su llamado. Él actúa así para darnos la oportunidad de colaborar con él. El Señor deja claro que su casa no puede quedar sin recursos. Eso implica que la falta de recursos sería un obstáculo para concretar la misión. A fin de evitar esa situación, Dios concede a cada uno de nosotros la increíble responsabilidad de asegurarnos de que siempre haya recursos para la misión.
El reconocimiento de las bendiciones concedidas por Dios, el compromiso de vivir una vida de adoración y la devolución fiel de nuestro diezmo son las diferentes etapas que necesitamos seguir consecutivamente si aceptamos ser participantes de la misión de Dios.
Cuando Dios dice: “Mi casa”, está enfatizando el hecho de que no solo traeremos nuestro diezmo para él, sino quetambién necesitamos confiar en él en cuanto a su uso. Si estamos plenamente convencidos de que Dios es el único que nos puede bendecir, también necesitamos creer que él conducirá a sus siervos designados en relación con el uso de esos recursos. Más de una vez Dios reitera el hecho de que ese llamado es para su pueblo, para que vuelva a poner su foco en él y en su misió
El círculo virtuoso
“[...] y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3:10).
Cuando Dios dice: “probadme en esto”, en verdad, le está dando a su pueblo la oportunidad de experimentar su fidelidad (1 Cor. 1:9) y de probar su bondad (Sal. 34:8), sin violar nuestra libertad de elección. Dios nos llama, pero la decisión nos pertenece.
En verdad, esto va más allá de un simple llamado, siendo que también está acompañado de una promesa. La respuesta positiva a ese llamado tiene la posibilidad de entrar en un círculo virtuoso, donde Dios nos promete que las bendiciones que nos concede no tendrán fin.
Ese es un círculo virtuoso porque es el reconocimiento de las bendiciones que nos motivan a devolver el diezmo. Por otro lado, cuando devolvemos nuestro diezmo fielmente, Dios nos promete más bendiciones. Cuanto más somos bendecidos, más damos; y, cuanto más damos más somos bendecidos.