Formar hábitos de mayordomía en los niños mediante el uso de la mesada
“Él estableció testimonio en Jacob y puso ley en Israel, la cual mandó a nuestros padres que la notificaran a sus hijos; para que lo sepa la generación venidera, los hijos que nazcan; y los que se levanten lo cuenten a sus hijos” (Salmo 78: 5-6).
Hace años, tuve el privilegio de predicar una serie de sermones en una iglesia adventista del séptimo día en Salvador, Brasil. Allí conocí a una familia extremadamente pobre. Una madre y sus cuatro hijos compartían una sola habitación. Estaban luchando por tener suficiente comida y ropa adecuada, y los juguetes no estaban en el panorama. Les conté a mi esposa e hijos esta situación. La reacción de mi hija, que en ese momento tenía siete años, me sorprendió. Preparó una bolsa con ropa y juguetes, reservando entre los mejores que tenía. Profundamente conmovida, dijo: “Papá, estoy muy feliz de poder compartir lo que tengo”. Ella entendió la bendición de la generosidad. ¿Cómo educan los padres a sus hijos para que experimenten el gozo de dar?
Este artículo presenta consejos útiles para desarrollar hábitos de mayordomía en los niños, destacando la práctica de darles una mesada.
Proporcionar una mesada a los niños
Los niños que aún no hayan aprendido las cuatro operaciones fundamentales de la aritmética sólo podrán “transmitir” los diezmos y ofrendas que les den sus padres. Es una práctica importante durante las primeras etapas de la vida ya que fortalece el comportamiento positivo de dar. Sin embargo, a medida que crecen, no creo que simplemente entregar una moneda o un billete en el plato de ofrendas, algo que perteneciera a sus padres, sea la mejor manera de transmitirles los principios de dar. Una asignación mensual o semanal que gradualmente aumenta con el tiempo podría contribuir al proceso educativo.
Darle una asignación a un niño es extremadamente importante cuando se le enseña sobre gestión financiera. Representa un medio poderoso para enseñar cómo administrar el dinero y aprender sobre su valor y poder. El consejo inspirado de Elena de White anima a exponer a los niños a la práctica del manejo del dinero: “En el estudio de las cifras, el trabajo debería ser práctico. Se debería enseñar a todo joven y niño no solamente a resolver problemas imaginarios, sino a llevar cuenta exacta de sus propios ingresos y gastos. Aprenda el debido uso del dinero usándolo.”[1]
Una variación de la práctica de proporcionar una mesada sería alentar a los niños a realizar algunas tareas seleccionadas a cambio de una remuneración. Esto no debe incluir tareas de las que el niño sea responsable. En la práctica, los padres crearían una lista de tareas específicas y asignarían un valor monetario a cada actividad. Los niños pueden elegir voluntariamente las tareas que les gustaría realizar a cambio de una compensación. Esto ayudará a forjar la asociación entre trabajo y dinero en la mente de nuestros hijos.
Enseñanza sobre el manejo de la mesada
Cuando un padre da una mesada, también es necesario controlar su uso. Simplemente repartirlo no logra el objetivo. Cada niño debe aprender a dividir la mesada recibida teniendo en cuenta tres destinos básicos: (1) donar, (2) ahorrar y (3) gastar sabiamente. Dependiendo de las edades, sobres de diferentes colores o cajas decoradas pueden ser útiles para clasificarla.
Donar
Cuando se trata de dar, uno debe aprender a apartar primero los diezmos y las ofrendas y luego hacer provisiones para la ayuda humanitaria. Se debe entregar al niño un sobre de diezmo y ofrendas para que, lo más pronto posible, pueda devolver lo que pertenece al Señor. Los padres deben ayudar al niño a dar utilizando el principio de proporcionalidad. Para los niños muy pequeños, la mejor manera de hacerlo es contando físicamente. Por ejemplo, cuando la asignación es de $20, considere dar 20 billetes de un dólar. Ayuda a dividir fácilmente la mesada y colocar el diezmo y las ofrendas en sus respectivas cajas o sobres. Los niños más pequeños suelen disfrutar contando y esta actividad les ayudará a comprender el principio de proporcionalidad. Las ofrendas entregadas sistemáticamente de esta manera se denominan Promesa.
En esta etapa de la vida existe una mayor disposición a donar. Si queremos ver crecer la generosidad de las nuevas generaciones, debemos brindarles instrucciones y oportunidades para que den durante este período tan especial que pasa tan rápidamente.
Ahorrar
También se debe guiar a cada niño para que establezca una meta de adquirir algo de acuerdo con sus intereses. Debería ser algo que se pueda lograr dentro de un período de tiempo que puedan esperar. A medida que el niño crece, el tiempo de espera puede alargarse. Para lograr este “sueño”, se reservará una cierta cantidad de la asignación en el sobre o caja “ahorro”.
Una mesada es un gran medio para enseñar las nociones básicas sobre inversiones. El dinero reservado como ahorro se puede depositar en una inversión de renta fija o en una cuenta de ahorro. Aún conociendo las limitaciones de esta inversión, se puede utilizar para ayudar al niño a comprender que hay un “lugar” donde se guarda el dinero y este aumenta. A medida que el niño se desarrolla, también se pueden experimentar otras opciones de inversión de renta fija o variable. Recomendamos a los padres y tutores buscar incrementar sus conocimientos sobre el mundo financiero, para guiar a sus hijos de manera prudente y eficaz en este viaje.
Gastar sabiamente
Es importante que un niño, supervisado por sus padres o tutores, adquiera el hábito habitual de gastar en cosas saludables o útiles. Hemos recibido esta idea de los escritos de Elena de White: “Enséñese a los niños y a las niñas a elegir y comprar su ropa, sus libros, y otras cosas, ya sean costeados por sus padres o por sus propias ganancias; y si llevan cuenta de sus gastos conocerán, como no lo lograrían de otro modo, el valor y el uso del dinero.”[2]
La gestión de la mesada ofrece oportunidades continuas para que los niños crezcan en conocimientos financieros. Algunos niños querrán gastarlo todo, mientras que otros preferirán ahorrarlo todo. A través de la práctica aprenderán a encontrar un equilibrio. Seamos elegantes para acomodarnos a los errores. Marcos Bomfim explica cómo, al darles a sus hijas una cierta cantidad de dinero para comprar sus productos de higiene personal, pronto empezaron a preferir los productos más económicos.[3]
Frecuencia y tipo
Los expertos han aconsejado que los niños más pequeños, que todavía están desarrollando una comprensión del valor monetario y tienen una capacidad menos establecida para esperar, pueden recibir sus “ingresos” cada semana. Los niños más pequeños (hasta los siete u ocho años) aún no están preparados para comprender conceptos abstractos. Su noción del tiempo aún está madurando. Los plazos más cortos son más fáciles de asimilar y comprender. Además, la asignación mensual puede parecer mucho dinero para un niño, lo que distrae la atención de los tres propósitos del dinero descritos anteriormente. A medida que el niño madura, puede recibir una asignación mensual. La idea es permanecer sensible a las etapas de desarrollo del niño.
En una época en la que muchas familias ya no manejan dinero físico y crece el uso de tarjetas como medio para transacciones financieras, muchos pueden preguntarse sobre dar dinero con tarjetas a los niños. Recomendamos que los padres o tutores proporcionen la asignación en efectivo a los niños más pequeños. Esto les ayudará a comprender mejor el valor del dinero. Durante esta etapa de desarrollo, es más difícil comprender el significado del dinero con tarjeta.
Padres, maestros y tutores, deseamos que la generación que Dios nos ha confiado sea guiada adecuadamente hacia la eternidad por nuestra enseñanza y, sobre todo, por nuestro ejemplo. Que aprendan a reconocer a Dios como la Fuente de todo bien. En respuesta al gran amor del Señor, que experimenten el gozo de compartir y la bendición de vivir una vida generosa, no centrada en uno mismo.
[1]Consejos sobre mayordomía (Bogotá, Colombia: Asociación Publicadora Interamericana, 2005), 290.
[2]Ibíd.
[3]Marcos F. Bomfim, “Teaching Children Financial Stewardship,” Dynamic Steward 24, no. 2 (2021): 16, 17.