Mapa hacia el éxito
En respuesta a la Gran Comisión descrita en Mateo 28: 16-20, los líderes de la iglesia, a través del proceso de planificación estratégica, desarrollan un mapa para facilitar el logro de los objetivos de la misión deseada. ¿Cuáles son los elementos críticos en el proceso de desarrollo e implementación de un plan estratégico para asegurar el máximo desempeño en su ministerio?
La planificación es crucial
Aunque el término “planificación estratégica” no se encuentra en la Biblia, existen múltiples referencias a la virtud de la planificación. Proverbios 20: 18 afirma: “Afirma tus planes con buenos consejos; entabla el combate con buena estrategia” (NVI). Este texto bíblico se ajusta a la aplicación histórica de la planificación estratégica a situaciones de guerra, donde el término strategos se refería a un líder militar. De hecho, cumplir una misión a menudo implica entrar en guerra con fuerzas opuestas. Por lo tanto, es crucial que los líderes busquen consejo y planifiquen.
Como mayordomos de los recursos dados por Dios, la mayordomía y otros líderes de la iglesia deben garantizar la optimización mediante una planificación cuidadosa que priorice los objetivos centrales de la misión. Dios ha confiado su misión en manos de los líderes de la iglesia para planificar la asignación de recursos para el cumplimiento efectivo de sus propósitos divinos. Los recursos, las acciones y los objetivos se alinean mediante la planificación. Este enfoque ayuda a generar confianza entre las partes interesadas, para asegurarles que los recursos se utilizan con prudencia.
Sea estratégico
Al reflexionar cuidadosamente sobre cómo cumplir una misión, los líderes deben ser estratégicos. La Biblia brinda consejos sobre la importancia de ser estratégico. Efesios 5: 16 habla de “aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos” (NVI). A través de este texto bíblico se transmite la necesidad tanto de estrategia como de urgencia. La planificación estratégica para las empresas se centra en lo que sucede en sus mercados para permitirles obtener una ventaja competitiva. De manera similar, las organizaciones y ministerios de la iglesia deben centrarse en los elementos contextuales prevalecientes, dentro y fuera de la iglesia, en un momento dado. Por tanto, los líderes pueden elegir la dirección más adecuada para alcanzar sus objetivos.
Implementar estrategias
Posteriormente, los órganos de gobierno formulan y acuerdan planes estratégicos. Esto prepara el escenario para la implementación de estrategias. Lo que suceda a continuación es crucial para el cumplimiento de una misión. Muy a menudo, estos planes estratégicos bien preparados terminan en los estantes de las oficinas y no se implementan. Este fenómeno de disparidad entre los planes en papel y las actividades reales de las entidades se conoce como “brecha de implementación”. Crea una desalineación entre estrategias y acciones. La falta de claridad de dirección y estrategias vagas contribuyen a esas brechas. Quienes planifican y quienes ejecutan deben estar en sintonía.
En la Biblia encontramos un ejemplo inspirador de Nehemías, quien siguió adelante con la implementación del plan para reconstruir los muros de Jerusalén. Formuló estrategias, identificó recursos y procedió a actuar. Una vez que se propuso llevar a cabo el plan estratégico, no aceptó ninguna distracción de aquellos que querían descarrilar el objetivo dado por Dios. Proverbios 16: 3 nos asegura que Dios puede ayudarnos a implementar nuestros planes: “Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán” (NVI).
La situación de hambruna en Egipto también proporciona un ejemplo notable de implementación de estrategias en la Biblia. En Génesis 41, José manejó la situación de hambruna interpretando correctamente el sueño del faraón y poniendo en práctica medidas para aliviar la hambruna. Creó un plan estratégico que se ejecutó con éxito. José ejerció un gran liderazgo para garantizar que se implementaran las acciones de mitigación del hambre. Hubo precisión en la estrategia y un plan de acción claro que se implementó eficientemente. Se ganó la confianza del faraón, quien instruyó al pueblo a obedecer sus instrucciones. Este es un ejemplo de gran liderazgo que identifica objetivos y pone en marcha planes de acción para lograrlos.
Involucrar a las partes interesadas
Los líderes deben buscar consejo constantemente mientras implementan los planes estratégicos para sus ministerios. Debería ser un esfuerzo colaborativo que intente crear un puente entre la estrategia y los resultados de la misión. Proverbios 15: 22 ofrece una guía particularmente útil a este respecto: “Cuando falta el consejo, fracasan los planes; cuando abunda el consejo, prosperan” (NVI). Se debe exigir a todas las partes interesadas que participen en los esfuerzos de formulación e implementación para permitir que la entidad ejecute las acciones que logren los objetivos de la misión.
En relación con la implementación de planes, Elena G. de White aconseja lo siguiente:
“Se necesitan Nehemías en la iglesia de nuestros días. No solamente hombres que puedan predicar y orar, sino hombres cuyas oraciones y sermones estén imbuidos de un propósito firme y vehemente. El plan de acción seguido por este patriota hebreo en el cumplimiento de sus propósitos debiera ser adoptado por los ministros y dirigentes. Una vez hechos sus planes, debieran presentarlos a la iglesia de tal manera que obtengan interés y cooperación. Que los hermanos entiendan los planes y compartan la tarea, y tendrán entonces un interés personal en su prosperidad.[1]
La aceptación de todas las personas involucradas en la fase de implementación es esencial para garantizar el compromiso necesario para lograr los resultados de la misión.
En consecuencia, se debe tener paciencia en el proceso de implementación de la estrategia. El éxito no se logra de la noche a la mañana. La Biblia advierte contra la planificación e implementación apresuradas en Proverbios 21: 5: “Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso!” (NVI). Son necesarios esfuerzos disciplinados para ejecutar las acciones planificadas. Los líderes a veces sucumben al fenómeno de buscar la gratificación instantánea y no permanecen el tiempo suficiente en la ejecución de los planes para lograr los resultados deseados. Puede haber una tendencia a volver a acciones anteriores en lugar de trabajar pacientemente en las acciones planificadas.
Monitorear y evaluar la implementación
Durante la implementación, es necesario construir mecanismos de seguimiento para garantizar la fidelidad al plan estratégico. Además, ayuda a identificar áreas en las que es posible que sea necesario modificar las estrategias debido a cambios en las circunstancias. Sin ese examen constante de la premisa sobre la cual se desarrollaron las estrategias, las acciones pueden estar en desacuerdo con las realidades actuales y no alcanzar los objetivos deseados. Por lo tanto, los líderes deben inculcar una cultura de verificar el desempeño de los implementadores y generar confianza en que están disponibles para ofrecer apoyo.
Hacia el final del ciclo del plan estratégico, se debe realizar una evaluación para identificar las lecciones aprendidas que informarán la etapa de formulación del próximo ciclo. Se deben desarrollar herramientas de evaluación de la misión para ayudar en el proceso de evaluación. En Gálatas 6: 3-5, el apóstol Pablo invita a todos a evaluarse a sí mismos: “Si alguien cree ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo. Cada cual examine su propia conducta; y si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie. Que cada uno cargue con su propia responsabilidad” (NVI). La evaluación puede ser a veces un proceso arduo, especialmente cuando no se han cumplido los objetivos. Sin embargo, es una medida necesaria para mejorar. También ayuda a afirmar lo que funciona bien.
Conclusión
Dios le ha dado a la iglesia una misión que cumplir y le ha brindado consejo sobre el desarrollo de planes estratégicos que deben implementarse diligentemente para lograr los objetivos deseados. Él es el dueño de todos los recursos, incluidas las personas que se necesitan para lograr sus metas divinas. Ha puesto todo a disposición de los líderes de la iglesia para planificar, ejecutar y evaluar bajo su dirección.
[1] Elena G. de White, Servicio cristiano, (Bogotá, Colombia: Asociación Publicadora Interamericana, 2012), p. 221.