Mi historia comienza en 2016 durante mi último año en la universidad. Algunos de ustedes pueden saber por anécdotas o experiencias personales lo difícil que es ser un estudiante adventista del séptimo día en una universidad donde no conocen el sábado. Bueno, lo crea o no, este desafío me llevó a donde estoy hoy: un misionero que sirve en la Ventana 10/40.

Mi examen final estaba programado para un sábado. Hice todo lo que pude para que lo cambiaran: escribí cartas, me reuní con los coordinadores, fui de oficina en oficina. Todos rechazaron mi pedido, diciendo que por esta vez debería ser flexible en mis creencias y que Dios entendería. Sabía que este no era solo el examen final para mi graduación, sino también una prueba crítica de mi fe. Ese sábado por la mañana, mientras estaba en la iglesia, le rogué a Dios por respuestas, pero las respuestas no llegaron en ese momento. Sin embargo, hice una promesa de fe de que sería misionera donde él quisiera que fuera, si me permitía graduarme ese mismo año.

Bueno, él respondió esa oración. Siempre responde a las oraciones de una forma u otra. ¡Él respondió a mis oraciones en su tiempo! Ahora aquí estoy, cumpliendo mi promesa.

Sirviendo como misionera

Serví durante dos años como maestra misionera en Centroamérica. Ahora estoy sirviendo en la Unión de Medio Oriente y África del Norte (MENA) como misionera predicando a los estudiantes de la universidad donde estoy inscrita, en la tradición de los valdenses en la Edad Media que se dedicaban a actividades seculares como vehículo para la predicación del evangelio.

Estar en una tierra extranjera es un desafío. Extrañas a tu familia, tu país de origen y tus amigos. También tienes que adaptarte a una nueva cultura, la gente, el clima, etc. Lo único con lo que puedes contar es el amor inmutable e inquebrantable de Dios y la promesa que hizo de estar siempre contigo. Con esta perspectiva en mente, las cosas van bien.

Las universidades son campos misioneros asombrosos. Conoces gente de tu edad, haces amigos fácilmente y tienes muchas oportunidades para compartir sobre Dios con personas inquisitivas y de mente abierta. He estado sirviendo a Dios aquí durante un año y puedo ver su mano obrando en mi vida y en la vida de mis amigos.

Cuando miro hacia atrás y pienso en todos los desafíos del sábado que tuve en la universidad hace tres años, entiendo por qué Dios me permitió pasar por eso. Simplemente me estaba preparando para lo que estoy pasando ahora. Nuevamente tengo “problemas” con respecto a las clases y exámenes del sábado, pero ya no los veo como desafíos, sino como oportunidades que Dios me concede para compartir mi fe. Varias veces me han preguntado por qué no asisto a clases los sábados, y siempre acabo compartiendo acerca de Dios, su creación y la Biblia.

Durante todo un año no fui a clases en sábado, pero aun así pude sacar buenas notas. Mis compañeros de clase se sorprendieron bastante. Al programar los exámenes anuales, la administración de la universidad decidió poner dos exámenes importantes el sábado. La única forma en que tenía de moverlos era que todos mis compañeros aceptaran moverlos a otras fechas. ¡Todos aceptaron el cambio de horario solo por mí! Incluso los administradores se sorprendieron de que los otros estudiantes estuvieran de acuerdo con el cambio. Todos entendieron lo importante que es para mí guardar el sábado, y sé que Dios está plantando semillas aquí y allá. Estoy muy agradecida con Dios por su forma de obrar.

Fátima

Mi amiga Fátima (no es su nombre real) y yo nos conocimos en diciembre en una fiesta de Navidad, y nos hicimos buenas amigas porque a las dos nos gusta cocinar (¡y también comer!). Comenzamos a compartir consejos y recetas de cocina hasta que un día me invitó a almorzar en su casa. Tuvimos una conversación sobre nuestras creencias y valores, muchas de los cuales teníamos en común.

Pronto empezamos a vernos socialmente y pasamos todo el verano juntas. Hoy soy casi parte de su familia. Me invitan todas las semanas a pasar tiempo con ellos, ir a la playa con ellos o asistir a eventos sociales. Sus padres conocieron a los míos y ahora nuestras familias se conocen y confían entre sí. Pero lo asombroso es cómo Dios está obrando en su corazón.

La primera vez que fui a la casa de Fátima a almorzar, comenzamos a hablar de Dios, y especialmente del sábado. Se sorprendió al escuchar sobre mis creencias y cómo una “cristiana” puede tener tantos valores en común con los musulmanes.

Mientras seguíamos hablando, decidió que se uniría a nuestro pequeño grupo para los cultos de los viernes, principalmente por curiosidad. ¡Le encantó! Le dimos una Biblia en árabe y un folleto de Escuela Sabática para que pudiera seguir nuestro estudio e incluso compartir sus pensamientos al respecto. Es asombroso cómo pasó de ver la Biblia como algo corrompido por manos humanas a un libro asombroso que quiere leer todos los días. Pasó tan rápido de las conversaciones espirituales a los estudios bíblicos que yo misma me sorprendí y no estaba preparada para ello. ¡El tiempo de Dios nunca es el nuestro! Ahora Fátima viene a menudo para los cultos de recepción del sábado o para el servicio del sábado por la mañana.

Estas experiencias son solo algunas de las muchas en las que he visto a Dios obrando a través de mí como un instrumento.

¡Alabando a Dios!

Quiero alabar al Señor por los miembros de la iglesia que fielmente contribuyen económicamente a la misión en MENA. Les agradecemos por dar generosamente para apoyar a los valdenses contemporáneos que predican y viven el evangelio en entornos difíciles y desafiantes. Es a través de su ayuda financiera que podemos trabajar todos los días aquí en el campo misionero. Por favor, recuerden que cada vez que dan, puede significar una Biblia gratis ofrecida, un corazón tocado por la Palabra de Dios o una nueva persona que entrega su vida al Señor. Sus contribuciones monetarias salvan vidas y tienen un significado eterno.

Oren por nosotros.

 Testimonio de un par de valdenses que trabajan en MENA

En tiempos de crisis, necesitamos soluciones extremas. Y es por eso que al comienzo del bloqueo debido al COVID-19 no estábamos muy seguros de qué hacer. Nuestro sueño de tener un pequeño grupo de estudio de la Biblia se había desvanecido con las medidas de aislamiento, y nuestros amigos no estaban listos para continuar solo con grupos de conversaciones espirituales. Pero luego vimos la oportunidad de compartir el mensaje de salud.

Nuestros amigos locales estaban aburridos en casa con mucho tiempo libre, y un amigo sugirió que probáramos el programa CREATION Life [Es un programa del departamento de Salud de la Iglesia Adventista basado en los ocho remedios naturales]. Así que decidimos intentarlo y tener reuniones dos veces por semana a través de Zoom y cubrir un tema por semana.

Al principio, la asistencia era baja, ¡pero ahora tenemos un promedio de tres a seis jovencitas que asisten a cada reunión! Hemos podido tener discusiones espirituales con algunas de ellas y le estamos dando estudios bíblicos a una joven. Le dimos una copia del libro de Elena G. de White El conflicto de los siglos a otra joven. Y hemos estado orando con todas ellas.

Es maravilloso ver las formas en que Dios nos está guiando para testificar por él en tiempos difíciles, y nos ha demostrado una vez más que nada es imposible para él. Usa incluso un momento de crisis como una oportunidad para mostrar su gloria.

Cuando terminamos el programa CREATION Life, nos reunimos con las chicas durante el Ramadán, el período de ayuno en la fe musulmana. Posteriormente, realizamos una segunda y una tercera serie del programa CREATION Life, que se enfoca en temas emocionales, personales y de relaciones. Hemos podido contar parábolas, así como historias de Jesús, los profetas y la Creación.

Sabemos que Dios está obrando a través de estas reuniones, y cada tema despierta una necesidad en el corazón de las chicas que solo el Espíritu Santo puede llenar. ¡Alabamos al Señor porque él es el Señor de la cosecha, y sus caminos son increíbles!

Los valdenses